SRSG Mizutori, Discurso de apertura, Webinar 13 de octubre 2020 IDDRR - Gobernanza del riesgo en las Américas y el Caribe bajo un contexto de riesgo

Mami Mizutori, UN Secretary-General's Special Representative for Disaster Risk Reductiion
Mami Mizutori, UN Secretary-General's Special Representative for Disaster Risk Reductiion

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Discurso de apertura SRSG

Webinar 13 de octubre 2020 ROAMC - Gobernanza del riesgo en las Américas y el Caribe bajo un contexto de riesgo

Damas y caballeros:

Es un verdadero placer para mí formar parte de este seminario en línea, junto con este distinguido grupo de expositores y los cientos de personas que nos acompañan.

Algo en lo que todos podemos coincidir fácilmente es que estamos viviendo en tiempos extraordinarios. El COVID-19 no se asemeja a nada de lo experimentado con anterioridad en nuestra memoria.

Se han invertido por completo las normas tradicionales: la forma en que vivimos y morimos, cómo nos comunicamos mutuamente, la manera en que trabajamos y estudiamos o, en el caso de muchas personas, la forma en que no pueden trabajar o educarse.

La pandemia del COVID-19 ha transformado nuestras vidas y ha impuesto restricciones al comportamiento humano. Estudios recientes calculan que esta pandemia podría costar unos $21 trillones de dólares estadounidenses. Los gastos actuales en reducción del riesgo de desastres son insignificantes en comparación con esta cifra.

Al tener en cuenta estos cambios tan profundos, resulta adecuado que, en ocasión del Día Internacional para la Reducción del Riesgo de Desastres de este año, nos formulemos preguntas difíciles sobre lo que supone afirmar que “todo es gobernanza”, que es el tema elegido para relevar este día.

De muchas formas, las Américas y el Caribe han permitido responder a esta pregunta. Las Américas y el Caribe se sitúan a la vanguardia en cuanto a la reducción del riesgo de desastres. Esta es una las tres regiones del mundo en las que más de la mitad de sus países han informado que ya han elaborado estrategias nacionales para la reducción del riesgo de desastres, de conformidad con el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres.

Esta es una región que, además,  durante más de 40 años ha contribuido activamente al desarrollo de conocimiento conceptual y empírico sobre la reducción del riesgo de desastres, conocimiento que ha contribuido a dar forma a muchos de los contenidos que constituyen hoy los acuerdos globales adoptados, incluyendo el Marco de Sendai.

Por otra parte, sin embargo, es una región en la que se concentran 9 de los 10 países y territorios que han presentado el porcentaje más alto de pérdidas económicas debido a los desastres con relación a su PIB durante los últimos 20 años, tal como se observa en el reciente informe sobre los costos humanos de los desastres, lanzado esta semana por el Centro para la Investigación sobre la Epidemiología de los Desastres (CRED) y la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo (UNDRR).  

El COVID-19 ha evidenciado, en toda su dimensión, lo que significan los escenarios complejos de riesgos sistémicos. En efecto, además de una pandemia que impacta a los sectores de la salud, los sistemas de la región están enfrentando efectos en cascada en diversos sectores del empleo, educación, turismo, producción e ingresos. Paralelamente a ello, vemos cómo además se experimenta una temporada muy activa de huracanes, tanto en el Atlántico como en el Pacífico.

Desafortunadamente, la pandemia mundial ha puesto en peligro nuestros esfuerzos globales para luchar contra la pobreza y la desigualdad. Esta región en especial se ha visto desestabilizada de formas que no hubiésemos imaginado tan sólo hace 12 meses atrás.

Pero todo desastre también representa una oportunidad, y las Américas y el Caribe han generado ejemplos excepcionales sobre la forma en las que una gobernanza de los desastres muy bien cimentada y ejecutada con visión, aptitud, confianza y transparencia, puede evitar la pérdida innecesaria de vidas.

Por ejemplo, durante las últimas dos décadas, países como Barbados, Colombia, Jamaica, México, Panamá y Perú lograron reducir la mortalidad asociada con fenómenos de origen hidrometeorológico. Asimismo, países como Costa Rica y Uruguay han logrado abordar con éxito la crisis del COVID-19 al aplicar de forma eficaz un enfoque integral para la gestión de desastres. En efecto, hay muchas labores pioneras en marcha en la región, las cuales pueden orientar la forma en que adaptamos la gobernanza del riesgo de desastres en el siglo XXI, ya sea al hacer partícipe al sector privado, o al promover la resiliencia urbana o al lograr una mayor coherencia entre la adaptación al cambio climático y la reducción del riesgo de desastres en el contexto de los pequeños Estados insulares en Desarrollo del Caribe.

Es importante contar con una gobernanza adecuada del riesgo. De no ser así, existirá el peligro real de no lograr las metas establecidas en el Marco de Sendai para reducir las pérdidas ocasionadas por los desastres, y sabemos que nada menoscaba más el desarrollo sostenible que los desastres o la posible recurrencia de una pandemia como la que enfrenta el mundo actualmente.

En este contexto, en breve escucharán acerca del estudio del BID sobre gobernanza del riesgo de desastres y la forma en que la evidencia existente nos muestra  la correlación entre una gobernanza adecuada y nuestra capacidad para lograr el objetivo y las metas del Marco de Sendai en la región de las Américas y el Caribe. 

El resto del mundo considera que ustedes son líderes de pensamiento e innovadores, no sólo con respecto a la elaboración de marcos para la reducción del riesgo de desastres, sino también en cuanto a la forma en que promueven y aplican un enfoque para toda la sociedad.

No deseo terminar sin antes destacar los grandes esfuerzos de colaboración realizados en esta región para elaborar por primera vez un informe regional de evaluación del riesgo. Este informe, cuyo lanzamiento se ha programado para principios del próximo año, destacará la necesidad absoluta de superar de una vez por todas el predominio de un enfoque reactivo hacia los desastres y de adoptar uno que integre la reducción del riesgo de desastres en el propio ADN de las iniciativas de desarrollo. Para ello, es necesario llevar a cabo una revisión de los modelos de desarrollo y centrar nuestra atención renovada en los factores sociales y económicos que aumentan nuestra vulnerabilidad y grado de exposición.

La región de las Américas y el Caribe continúa siendo la región más desigual en todo el mundo.  Es una región además, en la que la mayoría de su población vive en las ciudades y la degradación ambiental de muchas de las actividades económicas en las que se basa el crecimiento económico continúa siendo muy alta. Esta pandemia dará origen a que 30 millones de personas se sumen en la pobreza, además de los 184 millones de personas que ya viven por debajo del umbral de pobreza. Si no abordamos el riesgo de desastres considerando estos factores estructurales que lo conforman, este riesgo continuará aumentando. Por consiguiente, los esfuerzos para lograr una buena gobernanza del riesgo deben comprender las dimensiones múltiples del mismo.

Es por esta razón que me entusiasma poder aprender de la diversidad de perspectivas que compartirán nuestros panelistas en el ámbito nacional y local, al igual que de los círculos académicos y del sector privado. Estoy segura de que los ejemplos expuestos destacarán que la reducción del riesgo de desastres solo puede lograrse a través de nuestros esfuerzos colectivos. Es realmente , como el día internacional lo señala, todo acerca de contar con una buena gobernanza del riesgo.

Muchas gracias por su atención.

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País y región Americas
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