Autor: Luis Burón B.

Prepararse es predecir el futuro

Source(s): United Nations Office for Disaster Risk Reduction – Regional Office for the Americas and the Caribbean
Mapa de focos de contagio en América y el Caribe
Martín Sánchez

El futuro es previsible. Al menos en lo que respecta a ciertos riesgos: la tecnología, a través de la recopilación de datos, pueden construir proyecciones de amenazas -ambientales, tecnológicas y biológicas- para reducir su impacto. En otras palabras, el desarrollo tecnológico es una herramienta que permite preparar y anticipar a las sociedades ante los golpes de las inevitables amenazas, y así evitar que se transformen en desastres. 

El respecto, el Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres (2015-2030) es enfático: “el sector académico y las entidades y redes científicas y de investigación deben centrarse en los factores y las situaciones hipotéticas de riesgo de desastres, incluidos los riesgos emergentes de desastres, a mediano y largo plazo, aumentar la investigación para la aplicación regional, nacional y local, apoyar las iniciativas de las comunidades y las autoridades locales, y apoyar la interacción entre las políticas y la ciencia para la toma de decisiones”.

“Al hablar de tecnología y reducción del riesgo automáticamente vienen a la mente experiencias con tecnología intermedia y avanzada en el área de alerta temprana, en la respuesta, pero no necesariamente en reducción correctiva de riesgo o previsión prospectiva donde lo más obvio que conocemos es el uso de modelos probabilísticos para proyectar pérdidas y daños futuros y producir mapas de amenazas para tiempos y eventos distintos”, asegura Allan Lavell, doctor en geografía económica, Premio Sasakawa 2015 y miembro del Grupo Asesor Regional sobre Ciencia y Tecnología (RSTAG) de UNDRR para las Américas y el Caribe

Víctor García Lemus, miembro fundador de la Red Universitaria de Latinoamérica y el Caribe (REDULAC), enfatiza la importancia de la financiación en proyectos tecnológicos enfocados hacia la reducción del riesgo de desastres. “Se debe invertir en todos los sectores, pero la información climática y de recursos naturales es fundamental. Información geoespacial, información social relacionada con seguridad alimentaria, sistemas de salud, cadenas productivas complejas, entender los procesos multiamenaza y sistémicos”, afirmó el académico, también parte del RSTAG.

En este sentido, el Centro de Coordinación para la Prevención de los Desastres en América Central y República Dominicana (CEPREDENAC), organismo del Sistema de Integración Centroamericano (SICA), por ejemplo, ha puesto en funcionamiento su Plataforma de Información y Coordinación para la Emergencia SICA COVID-19. La misma se alimenta de bases de datos de contagio, estrategias de respuesta, hospitales disponibles, centros de aislamiento e incluso localiza aeropuertos y puertos marítimos y terrestres. También incluye predicciones del clima, áreas más afectadas de cada país y, a través de una alianza con NASA, áreas vulnerables a inundaciones y deslaves. Todo ello, visualizado a través de los mapas de la región, brinda una perspectiva completa para entender el panorama y tomar decisiones con base a ello. 

El rol de la tecnología ha sido importante para entender la presente crisis del COVID-19. Varios países han aplicado el sistema de localización satelital para trazar la eficiencia de las normas de aislamiento y distanciamiento social. El New York Times, por ejemplo, diseñó mapas que han permitido ver cómo los desplazamientos en China y en Estados Unidos han sido determinantes en los contagios de ambos países. 

La recopilación de datos, su análisis y aplicación a las políticas públicas es el futuro, explica Lavell, y debe convertirse en información y conocimiento. “Debemos mostrar claramente con investigación y sistematización de evidencias y empezar a actuar con base a que los desastres tienden a afectar a poblaciones dominadas por pobreza, exclusión, desigualdad en el acceso a ingresos y poder”. 

Por su parte, Raúl Salazar, jefe de Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres (UNDRR), Oficina Regional – Las Américas y El Caribe, resalta la importancia que el uso de la ciencia, la tecnología e innovación pueden llegar a tener en la formulación de acciones, estrategias y políticas públicas. “La ciencia aplicada debe influir en la toma de decisiones y el desarrollo de políticas basadas en evidencia, mandatos claros,  colaboraciones estratégicas y asignación de recursos para la recopilación, gestión y actualización de datos. La ciencia y la tecnología al servicio de la sociedad garantiza resiliencia”.
 

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