Los desafíos en los riesgos acumulados
Las amenazas de erupción volcánica en San Vicente y Las Granadinas y en Martinica vuelven a poner de manifiesto la necesidad de la prevención y el trabajo intersectorial para la reducción del riesgo de desastres.
Las posibilidades de una erupción ocurren en un momento clave: pandemia. Las medidas y políticas implementadas para controlar los contagios de COVID-19 asumen ahora la movilización que implicaría la evacuación de miles de personas. En el caso de San Vicente y Las Granadinas con un factor adicional, que es la epidemia de dengue por la que atraviesan en estos momentos.
No es la primera vez que el Caribe debe enfrentar amenazas acumulativas en los últimos meses. La movida temporada ciclónica de 2020 obligó a los países de la región a prepararse ante los huracanes en medio de sus planes de respuesta a la pandemia, y con medidas de protección de la población incompatibles; Tales que la imposibilidad de realizar evacuaciones preventivas por alerta ciclónica, ya que el distanciamiento social es incompatible con la utilización de los refugios temporales.
“Las amenazas múltiples demuestran la importancia de desarrollar sistemas robustos”, señaló Raúl Salazar, jefe de la Oficina de las Naciones Unidas para la Reducción del Riesgo de Desastres - Oficina regional para las Américas y el Caribe. “Debemos caminar por la senda del Marco de Sendai para la Reducción del Riesgo de Desastres (2015-2030), que percibe al riesgo de desastre como un tema vinculado al desarrollo y los riesgos que estos generan”, añadió.
Los volcanes Mt. Pelée, en Martinica, y La Soufrière, en San Vicente y Las Granadinas, han emitido gas durante varios días, según las advertencias de las alertas meteorológicas de la región. Los gobiernos de ambos países continúan evaluando el momento para realizar las respectivas evacuaciones, siempre tomando en cuenta las medidas para evitar el contagio de COVID-19, el cual, al igual que en casi todos los países de América Latina, ha aumentado en las últimas semanas.
El Informe de Evaluación Global sobre la Reducción del Riesgo de Desastres de 2019 (GAR, por sus siglas en inglés) destaca la importancia de enfocar políticas en prevenir no solo la creación sino también la acumulación de nuevos riesgos. Las catástrofes, indica, son las consecuencias acumuladas de los cambios graduales derivados de las acciones cotidianas tras decisiones inadecuadas. “La acumulación de riesgos afecta y revierte los avances en el desarrollo para las generaciones futuras”, advierte el documento.
La última erupción del volcán La Soufrière, en San Vicente y Las Granadinas, ocurrió en 1979, mientras que Mt. Pelée, en Martinica, hizo erupción por última vez en 1932. Ambos, sin embargo, estuvieron activos en 1902. Este último ocasionó la muerte de casi 30 mil personas. Además, tuvo consecuencias generacionales al generar desplazamientos que cambiaron la dinámica en toda la región.